Dr.
Armando José Urdaneta Montiel
Líderes de izquierda y centroizquierda, en un enfoque maniqueo, han prometido soluciones colectivistas con un alto grado de intervencionismo estatal en todos los ámbitos económicos y sociales de la vida de los ciudadanos. Han presentado estas propuestas como el único mecanismo para abordar los desafíos económicos, como la pobreza, y los sociales, como la marginalidad. Argumentan que estos problemas pueden resolverse mediante la redistribución del ingreso nacional.
Este enfoque ha llevado a una polarización en la región, donde algunos ven al Estado como el único proveedor de soluciones a sus problemas, mientras que otros defienden la importancia de la responsabilidad individual y la iniciativa privada en la búsqueda de soluciones para los desafíos económicos y sociales. Por ello, La relación entre el "complejo de Fourier," el colectivismo y el populismo es compleja y requiere un análisis crítico en el contexto latinoamericano.
Este análisis crítico debería centrarse en la promoción de las libertades individuales y en la profundización del entendimiento de los principios del individualismo metodológico en la sociedad. Según el análisis praxeológico, este enfoque plantea que los fenómenos sociales y económicos se originan a partir de las acciones y decisiones de las personas, influenciadas por sus preferencias, incentivos y restricciones individuales. En este contexto, se destaca que los factores sociales y económicos más amplios, como las instituciones, las estructuras sociales y las normas, emergen como resultado de las interacciones individuales.
A diferencia del colectivismo metodológico, quien equivocadamente centra su análisis de fenómenos económicos y sociales desde una perspectiva colectiva o grupal en lugar de enfocarse en el comportamiento individual. A menudo se asocia con enfoques teóricos como el estructuralismo y el marxismo, que resaltan la importancia de las estructuras sociales y económicas en la conformación de la sociedad y la economía. En el contexto del populismo, este enfoque puede ser utilizado para justificar políticas de redistribución de riqueza y regulación estatal, en la creencia de que estas medidas resolverán los problemas colectivos.
Sin embargo, cuando los líderes populistas asumen el poder, a menudo comienzan a acumular poder en manos del ejecutivo, controlar los medios de comunicación, reprimir a la oposición política y manipular procesos electorales. Aquí es precisamente donde el populismo se desliza peligrosamente hacia el totalitarismo. En países como Argentina, Bolivia Ecuador y Venezuela, líderes carismáticos que prometieron reformas y un cambio en beneficio de las masas terminaron socavando las instituciones democráticas y estableciendo regímenes autoritarios.
El camino que va desde el populismo hasta el totalitarismo plantea un serio riesgo para la democracia en América Latina. La debilitación de las instituciones democráticas y la falta de controles efectivos sobre el poder ejecutivo pueden minar la rendición de cuentas y la protección de los derechos individuales.
Aquí, es importante destacar que los ciudadanos atrapados en el "complejo de Fourier" tienden a atribuir su situación social y económica a la organización de la sociedad. Esto los lleva a respaldar repetidamente a líderes populistas y totalitarios, sin percatarse de que, a medida que estos acumulan más poder, los ciudadanos se vuelven cada vez más vulnerables y dependientes de políticas fiscales asistencialistas del Estado, lo que los aboca a una pobreza persistente.
El autoengaño derivado de las promesas políticas cargadas de soluciones colectivas para un futuro mejor, proclamadas con estridencia por estos líderes populistas, rara vez se materializa. En cambio, se manifiestan a largo plazo en forma de restricciones a las libertades individuales y la erosión del marco institucional democrático. Es vital comprender las implicaciones a mediano y largo plazo de estas políticas oclocráticas, ya que pueden tener un impacto perjudicial en la democracia y la calidad de vida de los ciudadanos.
Por ello, es esencial para América Latina y para cualquier sociedad que enfrente este desafío, encontrar un equilibrio entre la necesidad de abordar las desigualdades y los problemas económicos y sociales, y la protección de los principios democráticos y los derechos individuales. El populismo puede ofrecer soluciones atractivas en el corto plazo, pero debemos recordar las lecciones del pasado y estar atentos a cualquier signo de erosión de nuestras instituciones democráticas. El desafío radica en encontrar un camino que respete la diversidad de voces y perspectivas, sin sacrificar la libertad y la democracia en el proceso.