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martes, 13 de mayo de 2025

El exceso de regulaciones: la trampa invisible del desarrollo en Ecuador

 


Durante décadas, los ecuatorianos hemos vivido bajo la creencia de que todo debe estar regulado por el Estado. Desde cómo se puede abrir un negocio hasta cómo debe funcionar el mercado laboral, la intervención ha sido la regla. Esta cultura normativa, profundamente arraigada, ha convertido a Ecuador en uno de los países con mayor carga regulatoria de la región, y los resultados saltan a la vista: estancamiento económico, informalidad galopante, baja competitividad, desempleo permanente y fuga de talento.

La historia nos ha demostrado que los países que prosperan son aquellos que dejan espacio para que las personas tomen decisiones económicas libremente. Adam Smith, el padre de la economía moderna, advertía ya en el siglo XVIII sobre los peligros del intervencionismo excesivo. En La Riqueza de las Naciones, Smith defendía la idea de que el interés individual, guiado por una “mano invisible”, produce más bienestar colectivo que cualquier planificación centralizada. En cambio, cuando el Estado regula en exceso, sofoca esa capacidad de adaptación y de creación de valor.

El caso ecuatoriano es sintomático. Nuestra Constitución del 2008 creada al amparo de creencias estatistas, con más de 400 artículos, ha institucionalizado el deseo de controlar cada aspecto de la vida nacional. Esta hiperregulación no solo ralentiza la economía, sino que frena la innovación y desincentiva la inversión. ¿Cómo puede un emprendedor competir en un entorno donde debe pedir permiso para todo y donde las reglas cambian con cada gobierno? Una reforma tributaria en promedio durante los últimos 15 años, confirma que las regulaciones es cosa habitual entre los políticos que lideran la intervención estatal.

Friedrich Hayek, otro gran pensador del siglo XX, advertía en Camino de servidumbre que la planificación económica centralizada lleva, inevitablemente, al estancamiento y a la pérdida de libertades. Hayek señalaba que los reguladores jamás podrán tener toda la información que el mercado produce y que solo una economía libre puede asignar eficientemente los recursos. En Ecuador, la realidad es que muchas regulaciones no resuelven problemas; los crean, a tal punto que las leyes creadas se vuelven un laberinto sin salida.

El resultado es un país poco competitivo. Según el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, Ecuador ocupa posiciones rezagadas frente a países con menos intervencionismo como Chile o Uruguay. En vez de abrirnos al mundo y permitir que nuestras empresas se modernicen, seguimos atrapados en un marco legal que asume que todo lo privado debe ser sospechoso y todo lo estatal debe ser omnipresente.

Lo que se necesita no es más control, sino más confianza en los ciudadanos, en sus decisiones, en su capacidad para adaptarse, crear y progresar. La reducción inteligente de regulaciones no significa dejar a la sociedad a la deriva. Significa facilitar el emprendimiento, permitir que florezcan nuevas ideas y liberar el potencial productivo de millones de ecuatorianos.

Necesitamos revisar con urgencia nuestro marco legal y constitucional. Las regulaciones deben existir para proteger derechos básicos, no para dictar cómo deben funcionar los mercados o imponer rigideces que solo sirven para perpetuar privilegios y burocracia. No hay crecimiento sin libertad, y no hay libertad sin un entorno donde el ciudadano tenga espacio para actuar sin pedir permiso constantemente.

Mientras en países más abiertos la disrupción tecnológica, por ejemplo, genera movimientos rápidos de capital y reorientación de modelos de negocio, en Ecuador el cambio suele estrellarse contra el muro de lo normado. La competitividad interna se ahoga no por falta de talento o recursos, sino por un sistema institucional rígido, incapaz de responder con agilidad a los desafíos del entorno global.

Además, la Constitución vigente impide en muchos casos corregir el rumbo cuando las políticas fallan. Todo está “protegido por derechos”, incluso el error. El exceso de garantismo jurídico paraliza la acción del Estado cuando es necesaria y bloquea la iniciativa privada cuando intenta ocupar espacios que el Estado no logra atender con eficiencia.

La salida de nuestro estancamiento no vendrá de más controles, sino de más libertad. Es hora de confiar en el mercado y en las personas, como lo han hecho todas las naciones que han prosperado.

Crees que es el momento de cambiar la Constitución del 2008 por una nueva y con menos artículos? Leo tu comentario.

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sábado, 3 de mayo de 2025

El Código Laboral del Ecuador: una camisa de fuerza en pleno siglo XXI


En Ecuador, hablar del Código del Trabajo es como abrir un libro de historia que se niega a ser actualizado. Mientras el mundo laboral cambia a ritmos acelerados (con la expansión del teletrabajo, las plataformas digitales, el empleo por proyecto o por horas) nuestra legislación sigue anclada en una lógica de fábrica del siglo pasado, con rigideces que lejos de proteger al trabajador, lo empujan a la informalidad.

El Código ecuatoriano tiene elementos que, en su momento, representaron avances importantes: la irrenunciabilidad de derechos, la estabilidad relativa del empleo, la jornada máxima, entre otros. Pero lo que una vez fue progreso, hoy se ha convertido en un obstáculo estructural. El mayor problema no es que proteja, sino que impone una única forma de entender el trabajo: contrato a tiempo completo, jornada rígida, afiliación obligatoria al IESS bajo esquemas únicos, y costos fijos sin proporcionalidad. Y esto, en un país donde la informalidad es la forma predominante de inserción laboral, representa un contrasentido.

El Código prohíbe contratar por horas, incluso cuando el trabajo parcial es la única posibilidad para ciertos sectores productivos o perfiles de trabajadores: estudiantes, madres solteras, adultos mayores, o personas que buscan complementar ingresos. Esta negativa no tiene sustento técnico ni ético: ¿por qué obligar a una persona a estar fuera del sistema formal simplemente porque no puede o no desea trabajar ocho horas al día? El resultado es un modelo binario: o entras completo al mercado formal (si puedes pagar el costo), o te quedas fuera.

Otro punto crítico es la afiliación obligatoria al IESS con cargas rígidas, que termina elevando los costos laborales incluso para trabajos de baja intensidad o corto plazo. Esto desincentiva la contratación, especialmente entre microempresas y emprendedores, que no tienen márgenes para sostener estas obligaciones. El Código asume que toda relación laboral debe tener el mismo peso institucional, sin considerar escalas, temporalidades ni realidades sectoriales.

Esta visión estatista del trabajo, que concentra todas las responsabilidades en el empleador sin ofrecer vías intermedias, ha llevado al país a cifras alarmantes. Según el INEC (Primicias, enero 2025), el 56% de los trabajadores se encuentra en la informalidad, una cifra récord desde 2021. Pero el problema no se agota ahí: este sistema ha creado una economía dual, donde los trabajadores formales (una minoría) tienen acceso a derechos, mientras que la mayoría trabaja sin cobertura, sin estabilidad, y con ingresos fluctuantes, no porque lo elijan, sino porque el sistema no les ofrece otra salida.

Y si el argumento es que flexibilizar la legislación genera precarización, basta mirar a los países con mejores resultados laborales: Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega y Suecia. Allí, la flexibilidad va de la mano con derechos efectivos, seguros de desempleo, formación continua y libertad de contratación. La flexiseguridad, como se conoce a este modelo, parte del principio de que un mercado laboral saludable es aquel donde se puede contratar fácilmente, pero también transitar sin temor entre empleos, con el respaldo del Estado.

El Ecuador necesita, con urgencia, una reforma laboral integral, inteligente y sin dogmas. No se trata de eliminar derechos, sino de reconocer que la libertad de contratar también es un derecho. Un código que impide formas modernas de empleo, que castiga al pequeño empleador, que encarece la contratación, y que asume que todos los trabajadores deben ser tratados con el mismo molde, no está protegiendo a nadie. Está paralizando la economía.

El trabajo ha cambiado. El mundo ha cambiado. Solo el Código se niega a cambiar. Y mientras eso ocurra, seguirán creciendo la informalidad, la frustración y la desconfianza. Es hora de una legislación que confíe en el ciudadano, que deje de criminalizar al empleador, y que entienda que el desarrollo económico requiere libertad con responsabilidad, no rigidez con discurso social.


Por: Econ. Luis Cedillo-Chalaco, MSc. 

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jueves, 17 de abril de 2025

El colapso del correísmo: Ecuador eligió libertad y futuro

 


Durante las últimas décadas, gran parte de América Latina fue escenario de la hegemonía de gobiernos de izquierda radical, cimentados en promesas populistas, discursos engañosos y manipulación emocional sistemática. Estos regímenes, lejos de promover la justicia social prometida, impusieron prácticas autoritarias, corrupción generalizada y coerción disfrazada de participación ciudadana. Sin embargo, parece haber llegado el momento en que este guion ya no convence a las sociedades latinoamericanas. En países como Argentina y Ecuador, las urnas están expresando claramente un rechazo contundente hacia este tipo de políticas.

En Ecuador, el mensaje del pueblo fue rotundo. La elección presidencial del 13 de abril de 2025 dio una clara victoria a Daniel Noboa, quien superó por aproximadamente un 11% a su rival, Luisa González, representante de la izquierda progresista vinculada al correísmo. Este resultado no fue producto del azar ni de campañas efímeras, sino una respuesta deliberada de los ciudadanos que optaron por romper con un pasado marcado por discursos polarizantes y corrupción política.

La campaña de Noboa estuvo enfocada en atender dos grandes preocupaciones nacionales: la inseguridad ciudadana y el narcoterrorismo. Presentó propuestas concretas para fortalecer las fuerzas de seguridad, recuperar territorios dominados por la delincuencia organizada y restaurar la paz social. Además, ofreció un plan económico orientado a ordenar las finanzas públicas, atraer inversiones, generar empleo y responder ágilmente ante situaciones de crisis, como evidenció durante las recientes inundaciones que afectaron al país.

En contraste, el correísmo sufrió una debacle política, resultado de múltiples errores estratégicos. Se mantuvo en una narrativa divisiva con propuestas controvertidas como los cuestionados "gestores de paz" y especulaciones sobre la desdolarización, que representaba un suicidio económico para Ecuador. Las filtraciones recientes de chats que revelaron prácticas corruptas y manejos poco transparentes profundizaron aún más la crisis interna de este movimiento.

Este colapso no solo fue evidente en las urnas presidenciales, sino también en la Asamblea Nacional, donde el correísmo perdió fuerza política al quedar reducido a 66 legisladores tras la salida de la asambleísta Mónica Salazar. La fractura de su discurso unificado del pasado simboliza la decadencia irreversible del modelo político representado por Rafael Correa.

Hoy, Ecuador avanza hacia una nueva etapa. Atrás quedan las promesas incumplidas y los liderazgos mesiánicos. La sociedad ecuatoriana mira hacia adelante con optimismo y exigencia, consciente de que la política debe servir como herramienta para construir una nación más libre y próspera. Este cambio podría también marcar un precedente para otros países como Colombia y Chile, cuyos gobernantes de izquierda enfrentan críticas crecientes por acciones cuestionables que podrían acelerar el fin del dominio ideológico de izquierda en la región.

Este fenómeno de declive no es exclusivo de Ecuador. En Colombia, el gobierno de Gustavo Petro enfrenta una marcada caída en su aprobación popular debido a controversias políticas internas y la ineficacia en la implementación de sus políticas. En Chile, el presidente Gabriel Boric experimenta un descenso similar en la popularidad, derivado de la insatisfacción social por su gestión económica y social. Asimismo, Argentina expresa un claro rechazo electoral hacia las políticas kirchneristas que siguen tratando de torpedear al gobierno liberal del presidente Javier Milei, y Brasil muestra señales claras de cambio con derrotas locales significativas para el Partido de los Trabajadores. Estos casos confirman que América Latina está en un proceso de transición política hacia opciones más pragmáticas y alejadas de las prácticas que caracterizaron a la izquierda radical en las últimas décadas. El tiempo dirá si esta transformación se consolida o queda en mera esperanza.


Por: Econ. Luis Cedillo-Chalaco, MSc.

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miércoles, 9 de abril de 2025

El precio del petróleo y el frágil equilibrio fiscal del Ecuador

 



Importancia del petróleo en el presupuesto ecuatoriano

El petróleo ha sido históricamente una fuente esencial de ingresos para Ecuador, representando una parte significativa de los recursos fiscales. Sin embargo, no se ha tomado en cuenta que la producción petrolera viene decayendo y enfrenta desafíos en su capacidad de exploración. La producción viene registrando una disminución que en el 2024 llega al 2%, con una producción promedio de 466.895 barriles diarios que incluye producción de empresas privadas y pública, la cifra más baja desde 2020 . Además, el crudo ecuatoriano se comercializa con un "castigo" en el mercado internacional, debido a su calidad y otros factores, lo que significa que se vende a precios inferiores al referencial WTI, con descuentos que oscilan entre $6 y $8 por barril, en otras palabras una reducción de producción solo golpea las finanzas públicas.​

Impacto de la caída en los precios del WTI

Recientemente, el precio del WTI ha experimentado una notable disminución, situándose en $55,76 por barril el 9 de abril de 2025, con incrementos muy por debajo de los $63,7 (ver gráfica) proyectados en el presupuesto nacional . Esta caída se atribuye, en parte, a las tensiones comerciales globales y a la imposición de aranceles entre las principales economías por parte del gobierno del presidente Donald Trump. Esta situación reduce los ingresos petroleros del país, ampliando el déficit fiscal y limitando la capacidad del gobierno para financiar programas y servicios públicos, por lo tanto, la dependencia al petróleo sigue golpeando la capacidad de gestión del gobierno de turno, sin que hasta ahora entiendan los ambientalistas o los grupos políticos de extrema izquierda que comparten bandera de protesta.

Ideologías de izquierda y el gasto público

Las corrientes de izquierda siguen promovido políticas de incremento del gasto público para estimular la economía y reducir desigualdades. Sin embargo, en un contexto de ingresos petroleros menguantes, mantener o aumentar el gasto sin fuentes de financiamiento sostenibles puede conducir a déficits fiscales insostenibles y al incremento de la deuda pública. Siguen creándose leyes que hacen que inercialmente suba el nivel de gastos con mucha indisciplina fiscal, nada hacen por entender que esas acciones solo destruyen la economía e hipotecan el futuro del país

Riesgos para la dolarización

La dolarización, implementada en Ecuador en el año 2000, ha proporcionado estabilidad económica y control de la inflación. No obstante, este sistema limita la capacidad del país para responder a shocks externos mediante políticas monetarias, ya que no puede emitir su propia moneda . La disminución de ingresos por exportaciones petroleras reduce la entrada de dólares al país, esenciales para mantener la liquidez en una economía dolarizada. Si esta tendencia persiste, se podrían generar presiones sobre el sistema financiero y comprometer la sostenibilidad de la dolarización. Por lo que aumentar la IED para exploración y explotación de nuevos campos es vital en un contexto de falta de recursos, no hacerlo, solo cultiva la posibilidad de un caos político y económico.

Conclusión

La reciente caída en los precios del petróleo presenta desafíos significativos para la economía ecuatoriana, especialmente en términos de financiamiento fiscal y estabilidad macroeconómica. Es imperativo que las autoridades implementen políticas fiscales prudentes, diversifiquen las fuentes de ingresos y promuevan sectores económicos alternativos al petróleo. Solo así es posible garantizar la sostenibilidad fiscal y preservar los logros alcanzados bajo el régimen de dolarización. No hacerlo, solo contribuirá a más diferimientos en la atracción de recursos para explotar la riqueza del subsuelo que es clave para el país.

¿Crees que Ecuador podrá mantener la dolarización si sigue cayendo el precio del petróleo? ¡Déjanos tu opinión y sigue el blog para más análisis económicos!

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Este blog presenta algunas ideas económicas sobre el comportamiento nefasto que tienen las ideas del colectivismo socialista, progresista o wokista, sobre la vida de las personas y los perjuicios que ocasionan en los países que las aplican.