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jueves, 6 de marzo de 2025

El ciclo de la política fiscal en gobiernos Populistas y de Ultraizquierda

 


Un aporte de: Venezuela libre

La política fiscal es una de las herramientas más poderosas que tienen los gobiernos para influir en la economía. En los regímenes populistas y de ultraizquierda, esta herramienta suele utilizarse con un patrón predecible: altos niveles de gasto público financiados por impuestos y deuda, cuando se agotan los ingresos por exportación de materias primas. Lo que genera un crecimiento artificial en el corto plazo, pero deja un legado de crisis económica a largo plazo. El caso de Ecuador entre 2007 y 2017 es un ejemplo claro de esta dinámica, pero no es el único. Veamos cómo funciona este modelo y por qué suele repetirse en distintos países.

Gasto público como motor político y económico

Los gobiernos populistas que existen de varios colores, suelen basar su popularidad en la expansión del gasto público. Programas sociales, bonos, obras de infraestructura, subsidios y aumentos en el empleo estatal son medidas recurrentes que generan una sensación de prosperidad. En Ecuador, Venezuela y Argentina, son claros ejemplos, inician invirtiendo o diciendo que van a invertir en mega obras, en carreteras, hospitales y educación, utilizando los altos ingresos petroleros en el caso de Ecuador y Venezuela y una serie de reformas tributarias para financiar esta expansión.

Sin embargo, esta estrategia tiene un problema estructural: el gasto suele crecer más rápido que los ingresos. En momentos de bonanza económica, parece sostenible, pero cuando los ingresos caen (por ejemplo, por una baja en el precio de materias primas como el petróleo), el déficit se hace evidente.

El recurso fácil: Subir impuestos

Cuando los ingresos fiscales no alcanzan para cubrir el gasto, los gobiernos recurren al aumento de impuestos. Las administraciones populistas justifican estas medidas bajo el argumento de la redistribución de la riqueza, lo que les permite mantener el respaldo popular, lo más cercano el Brasil de Lula Da Silva con un IVA entre 17 y 18 por ciento con valores cercanos al 25% en ciertos bienes. Sin embargo, este enfoque genera efectos adversos:

  • Menor inversión privada: La carga tributaria excesiva desincentiva la inversión y la creación de empleo.
  • Evasión y distorsiones económicas: A medida que los impuestos aumentan, la evasión fiscal se vuelve más común y las empresas buscan estrategias para minimizar su carga tributaria, lo que reduce la recaudación efectiva.
  • Desaceleración económica: Un Estado que consume una gran parte de los ingresos nacionales deja menos margen para el crecimiento del sector privado.

En el caso ecuatoriano, las reformas tributarias iniciales ayudaron a sostener el gasto en los primeros años, pero cuando la economía empezó a desacelerarse, los ingresos ya no fueron suficientes.

El endeudamiento: Un círculo vicioso

Cuando el aumento de impuestos no es suficiente para sostener el gasto público, el siguiente paso es recurrir al endeudamiento. En Ecuador, la deuda pública pasó de 15 mil millones de dólares en 2007 a casi 50 mil millones en 2017, y sigue creciendo por el efecto arrastre del gasto público atado a una Constitución que lo promueve. Este mismo fenómeno se ha observado en otros países con gobiernos de ideología similar, como Argentina o Venezuela.

Los problemas del endeudamiento en estos regímenes radican en dos factores:

  1. Altas tasas de interés y condiciones desfavorables: Al perder credibilidad en los mercados financieros, estos gobiernos deben recurrir a préstamos con tasas cada vez más altas y plazos más cortos.
  2. Compromiso de recursos estratégicos: Como el crédito barato se agota, buscan alternativas como acuerdos donde entregan petróleo, minerales u otros recursos estratégicos a cambio de financiamiento.

El resultado es que la deuda se convierte en una carga insostenible, lo que lleva a crisis de liquidez y dependencia de organismos internacionales o prestamistas con condiciones desfavorables, disparan el riesgo país y hacen que acceder a crédito sea caro.

Déficit fiscal y crisis económica

El exceso de gasto, los impuestos crecientes y la deuda descontrolada conducen inevitablemente a un déficit fiscal estructural. Cuando los ingresos son insuficientes para cubrir los gastos, el Estado entra en un círculo de financiamiento basado en más endeudamiento. En Ecuador, para 2017 el déficit fiscal aún superaba los 1,65 mil millones de dólares en el último trimestre del año, con una deuda que representaba la mitad del PIB. Cifra que en el 2025 puede estar alrededor de los 5 mil millones.

Este patrón se ha repetido en países con modelos similares:

  • Argentina: Con recurrentes crisis de deuda, déficit fiscal elevado y políticas de control de precios e impuestos excesivos.
  • Venezuela: Donde el gasto estatal descontrolado, sumado a expropiaciones y dependencia del petróleo, llevó a una crisis inflacionaria sin precedentes.

Cuando la deuda ya no es sostenible, las opciones se reducen a:

  • Recortes abruptos en el gasto público, generando crisis sociales.
  • Más impuestos, lo que asfixia aún más la economía.
  • Default o reestructuración de la deuda, lo que afecta la confianza de los inversionistas y el acceso a nuevos créditos.

Lecciones aprendidas

Los gobiernos populistas y de ultraizquierda tienden a repetir el mismo patrón en el uso de la política fiscal: gasto público excesivo, aumento de impuestos, endeudamiento descontrolado y crisis fiscal. La lección fundamental es que la estabilidad económica no se puede construir únicamente sobre el gasto estatal. La inversión responsable, la diversificación de ingresos y una política fiscal sostenible son claves para evitar el colapso financiero.

Países que han logrado esquivar este ciclo han apostado por modelos más equilibrados, donde el gasto público se ajusta a los ingresos, la inversión privada es incentivada y el endeudamiento se maneja con criterios de sostenibilidad. La historia demuestra que el populismo fiscal trae consigo un costo elevado que, tarde o temprano, termina pagando la sociedad.

Sin embargo, el antídoto más importante es dudar de lo que ofrecen los políticos en elecciones. No creas que más subsidios y bonos se sostienen en el tiempo, revisa como lo van a financiar y que medidas pueden tomar. 

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