En el debate político latinoamericano, una constante ha sido la narrativa de ciertos gobiernos de izquierda que, frente a crisis económicas profundas, responsabilizan a factores externos como el neoliberalismo, los bloqueos comerciales o el imperialismo estadounidense. Este recurso, aunque eficaz desde lo comunicacional, siempre evade responsabilidades internas y omite datos objetivos que explican de manera más precisa las causas reales de dichos problemas.
El recurso fácil: culpar al “enemigo externo”
Cuando un país con orientación de extrema izquierda enfrenta inflación, escasez, déficit fiscal o migración
masiva, el discurso oficial tiende a buscar culpables externos: “el
neoliberalismo”, “el bloqueo económico”, "el cambio climático", o “las sanciones comerciales del
imperio”. Esta estrategia, usada frecuentemente por líderes como Nicolás Maduro
en Venezuela, Miguel Díaz-Canel en Cuba o Daniel Ortega en Nicaragua, funciona muy bien como cortina de humo frente a errores de gestión. Este tipo de argumento siempre les evita la autocrítica, desvía la atención pública y fortalece el relato de resistencia
y soberanía nacional, pero ignora la evidencia de que los mayores factores de
crisis están en las decisiones internas y las fracasadas políticas de odio al sistema de mercado.
¿Qué es el neoliberalismo y por qué se culpa de todo?
El 'neoliberalismo' es un concepto que siempre se usa como etiqueta genérica para todo lo que no se ajusta al modelo
estatista. Sin embargo, en términos económicos, se refiere a políticas que
promueven la libertad de mercado, la reducción del gasto público excesivo y la
atracción de inversiones. Culpar al neoliberalismo de los fracasos de modelos
estatistas que han restringido el mercado, como en el caso de Venezuela o
Nicaragua, carece de sustento. Cuando hay controles de precios, subsidios
insostenibles, y desconfianza hacia el capital privado, la consecuencia lógica
es una economía distorsionada y débil.
¿Y los bloqueos comerciales? ¿Son realmente el gran problema?
Las sanciones impuestas por Estados Unidos a
países como Cuba o Venezuela son reales, pero no equivalen a un “bloqueo total”.
Cuba, por ejemplo, mantiene relaciones comerciales con más de 190 países, y
Venezuela ha exportado petróleo a China, India, Rusia y a los Estados Unidos incluso durante sus
peores crisis. La escasez de productos, la hiperinflación y el colapso de
servicios públicos en estos países no se explican únicamente por restricciones
externas, sino por décadas de mala gestión económica, corrupción generalizada y
mala planificación.
Aranceles y supuestos castigos del capitalismo
Los aranceles existen en casi todos los
países, independientemente de su ideología. La Organización Mundial del
Comercio regula su uso y ofrece mecanismos de defensa para países en
desarrollo. China, por ejemplo, combina un sistema político autoritario con una
apertura comercial que le ha permitido convertirse en la segunda economía
mundial. Lo logró con políticas pragmáticas, Zonas Económicas Especiales y
atracción de inversión extranjera, no culpando a modelos ajenos.
El verdadero problema: políticas internas y
falta de autocrítica
Los países que han fracasado económicamente
suelen tener en común una serie de errores repetidos: emisión inorgánica de
dinero, gasto público insostenible, empleo estatal sin meritocracia, corrupción
estructural y eliminación de pesos y contrapesos democráticos. A esto se suma
el mal uso de ingresos por materias primas sin diversificación productiva y un
desprecio por la iniciativa privada. El resultado es claro: inflación crónica,
pobreza estructural y migraciones masivas como las vistas desde Venezuela (más
de 7 millones de personas han salido del país según ACNUR, 2024).
Casos recientes: Bolivia, Argentina y Colombia
En tiempos recientes, algunos gobiernos de izquierda han continuado con la
práctica de culpar a administraciones anteriores por las crisis económicas, en
lugar de asumir la responsabilidad de sus propias políticas. Casos como los de
Bolivia, Argentina y Colombia reflejan esta tendencia.
Bolivia: El presidente Luis Arce, del
Movimiento al Socialismo (MAS), ha reiterado en varias ocasiones que los
problemas económicos del país son herencia de la gestión de su predecesor,
Jeanine Áñez, a quien acusó de mal manejo económico y de la crisis derivada del
golpe de Estado en 2019. A pesar de ello, el gobierno de Arce ha continuado con
políticas similares, como la intervención estatal en la economía y el control
de los precios, lo que ha exacerbado la inflación y el desabastecimiento de
combustible y alimentos.
Argentina: En el caso de Argentina, el pasado
gobierno de Alberto Fernández, junto con Cristina Fernández de Kirchner, dijeron
que los problemas económicos del país son una consecuencia directa de la
gestión de Mauricio Macri. Sin embargo, el reciente ascenso de Javier Milei, un
economista liberal ha señalado la ineficiencia del gasto público y la alta
inflación como causantes de la crisis, a pesar de demostrar los errores de las
administraciones de izquierda, es blanco de frecuentes paros y acusaciones por
no ser parte de la izquierda tradicional y de adoptar una visión que, según
algunos medios y sindicalistas, ignora las raíces del malestar social.
Colombia: El presidente Gustavo Petro también
ha acusado a los gobiernos anteriores, particularmente el de Iván Duque, de ser
responsables de los problemas económicos del país, como el aumento de la
pobreza y el desempleo. Petro, a pesar de su autodenominado progresismo, sigue
criticando al modelo económico del pasado, lo que se ha convertido en una
herramienta central de su retórica, sin una autocrítica sobre la eficacia de
sus propias políticas implementadas hasta ahora, y de las marchas y
contramarchas en sus decisiones de política económica.
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