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jueves, 3 de abril de 2025

Derechos humanos selectivos: el dilema ético de la izquierda

 


El dilema moral de la izquierda: ¿derechos humanos solo si el agresor es de derechas?

En el tablero geopolítico contemporáneo, la izquierda se enfrenta a un dilema que cuestiona la solidez ética de su discurso: ¿los derechos humanos deben defenderse siempre, o solo cuando son violados por actores occidentales o por parte de quienes son calificados como de ultraderechas?

Durante décadas, la izquierda ha representado —al menos en el imaginario colectivo— una voz crítica contra el colonialismo, el intervencionismo y las injusticias del capitalismo global. Ha denunciado a conveniencia, las guerras de EE.UU. en Medio Oriente, el mentiroso bloqueo mundial a la isla cárcel de Cuba, el respaldo de Europa a regímenes autoritarios aliados, y la histórica mentira de opresión de ciudadanos palestinos. Sin embargo, esa seudo legitimidad comienza a erosionarse cuando la misma izquierda guarda silencio, o incluso justifica, abusos de derechos humanos cometidos por gobiernos o actores no occidentales, pero ideológicamente cercanos como es el caso de la pareja presidencial nicaragüenses, o de la élite cubano de Díaz Canel y sin olvidar el ejército de Maduro en Venezuela, las muertes de kurdos por parte de Erdogan en Turquía.

El caso Hamás: ¿terrorismo o resistencia legítima?

El episodio más reciente y revelador fue el ataque del grupo terrorista Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, en el que masacraron más de 1.200 civiles, incluidos mujeres, niños y ancianos. Lejos de una condena clara, diversas agrupaciones de izquierda en Occidente —entre ellas organizaciones estudiantiles de universidades como Harvard, Columbia o Stanford— emitieron comunicados donde culpaban exclusivamente a Israel, minimizando o incluso omitiendo el accionar terrorista de Hamás y las violaciones a decenas de mujeres, todo documentado por los mismos criminales.

Estos pronunciamientos generaron un fuerte debate. ¿Puede una ideología que dice defender la vida, la igualdad y la justicia justificar la masacre de civiles por parte de un grupo extremista islamista? ¿Puede ignorarse que Hamás, además de estar en la lista de organizaciones terroristas de EE.UU., la UE y otros países, viola sistemáticamente los derechos humanos de su propia población, incluyendo represión política, persecución de minorías y adoctrinamiento violento?

La respuesta debería ser evidente. Sin embargo, en muchos sectores de la ultra izquierda, prevalece la lógica de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, incluso cuando ese amigo recurre a prácticas absolutamente incompatibles con los valores humanos.

Silencios cómplices: Irán, Rusia y otros aliados “incómodos”

Este fenómeno no se limita al conflicto palestino-israelí. La izquierda occidental, y en especial la latinoamericana, ha optado por una postura ambigua frente a otros regímenes autoritarios no occidentales. Gobiernos como el de Irán, donde se persigue brutalmente a mujeres por no usar velo, a homosexuales o a activistas por pedir libertades civiles, son tratados con indulgencia porque representan un contrapeso a la hegemonía estadounidense y porque financia a políticos y programas internacionales de divulgación en redes sociales.

Lo mismo ocurre con Rusia, que ha reprimido con violencia la disidencia interna, ha invadido Ucrania violando el derecho internacional, y mantiene estrechos lazos con gobiernos de izquierda en América Latina. En muchos discursos, el Kremlin es presentado como un aliado antiimperialista, pese a sus prácticas abiertamente autocráticas.

Y, por supuesto, el caso de Venezuela o Nicaragua resulta paradigmático. Ante la evidencia de represión, presos políticos, censura a medios, y uso del aparato estatal para aplastar la oposición, la izquierda internacional prefiere hablar de “guerra mediática” o “ataques del imperialismo”, negando realidades verificables y documentadas por organismos como la ONU o Human Rights Watch. Con lo que prefiere desviar la atención y atacar el gobierno Salvadoreño de Bukele, por su lucha contra las bandas criminales denominadas maras.

¿Coherencia o conveniencia?

La pregunta es urgente: ¿puede la izquierda construir un proyecto emancipador si su ética se adapta según el contexto geopolítico? ¿No es esta doble moral una traición a los principios que dice defender?

Apoyar a Hamás o a cualquier régimen autoritario solo porque se opone a Estados Unidos no convierte a esos actores en luchadores por la justicia. La supuesta resistencia no puede ser excusa para el terrorismo ni la masacre de personas inocentes, ni la soberanía para el autoritarismo. Los derechos humanos no son negociables ni relativos, o se defienden a conveniencia.

Una izquierda con principios o con intereses

La izquierda del siglo XXI tiene una disyuntiva: o reafirma su aparente compromiso universal con la dignidad humana, o se convierte en una fuerza ideológica tal servicio de criminales transnacionales.

Es hora de romper con el pensamiento binario que reduce el mundo a “Occidente malo” y “resto bueno por oposición”. Esa narrativa simplista no solo es falsa, sino peligrosa. Si la izquierda quiere representar una alternativa creíble, debe tener el valor de condenar todo atropello, venga de Washington, Teherán, Caracas o Gaza.

Deja tus comentarios y mira en el siguiente enlace el listado de cárteles criminales

Designación de cárteles internacionales


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