Durante las últimas décadas, gran parte de América Latina fue escenario de la hegemonía de gobiernos de izquierda radical, cimentados en promesas populistas, discursos engañosos y manipulación emocional sistemática. Estos regímenes, lejos de promover la justicia social prometida, impusieron prácticas autoritarias, corrupción generalizada y coerción disfrazada de participación ciudadana. Sin embargo, parece haber llegado el momento en que este guion ya no convence a las sociedades latinoamericanas. En países como Argentina y Ecuador, las urnas están expresando claramente un rechazo contundente hacia este tipo de políticas.
En Ecuador, el mensaje del pueblo fue rotundo. La
elección presidencial del 13 de abril de 2025 dio una clara victoria a Daniel
Noboa, quien superó por aproximadamente un 11% a su rival, Luisa González,
representante de la izquierda progresista vinculada al correísmo. Este
resultado no fue producto del azar ni de campañas efímeras, sino una respuesta
deliberada de los ciudadanos que optaron por romper con un pasado marcado por
discursos polarizantes y corrupción política.
La campaña de Noboa estuvo enfocada en atender
dos grandes preocupaciones nacionales: la inseguridad ciudadana y el narcoterrorismo.
Presentó propuestas concretas para fortalecer las fuerzas de seguridad,
recuperar territorios dominados por la delincuencia organizada y restaurar la
paz social. Además, ofreció un plan económico orientado a ordenar las finanzas
públicas, atraer inversiones, generar empleo y responder ágilmente ante
situaciones de crisis, como evidenció durante las recientes inundaciones que
afectaron al país.
En contraste, el correísmo sufrió una debacle
política, resultado de múltiples errores estratégicos. Se mantuvo en una
narrativa divisiva con propuestas controvertidas como los cuestionados
"gestores de paz" y especulaciones sobre la desdolarización, que
representaba un suicidio económico para Ecuador. Las filtraciones recientes de
chats que revelaron prácticas corruptas y manejos poco transparentes
profundizaron aún más la crisis interna de este movimiento.
Este colapso no solo fue evidente en las urnas
presidenciales, sino también en la Asamblea Nacional, donde el correísmo perdió
fuerza política al quedar reducido a 66 legisladores tras la salida de la
asambleísta Mónica Salazar. La fractura de su discurso unificado del pasado
simboliza la decadencia irreversible del modelo político representado por
Rafael Correa.
Hoy, Ecuador avanza hacia una nueva etapa. Atrás
quedan las promesas incumplidas y los liderazgos mesiánicos. La sociedad
ecuatoriana mira hacia adelante con optimismo y exigencia, consciente de que la
política debe servir como herramienta para construir una nación más libre y
próspera. Este cambio podría también marcar un precedente para otros países
como Colombia y Chile, cuyos gobernantes de izquierda enfrentan críticas
crecientes por acciones cuestionables que podrían acelerar el fin del dominio
ideológico de izquierda en la región.
Este fenómeno de declive no es exclusivo de
Ecuador. En Colombia, el gobierno de Gustavo Petro enfrenta una marcada caída
en su aprobación popular debido a controversias políticas internas y la
ineficacia en la implementación de sus políticas. En Chile, el presidente
Gabriel Boric experimenta un descenso similar en la popularidad, derivado de la
insatisfacción social por su gestión económica y social. Asimismo, Argentina
expresa un claro rechazo electoral hacia las políticas kirchneristas que siguen
tratando de torpedear al gobierno liberal del presidente Javier Milei, y Brasil
muestra señales claras de cambio con derrotas locales significativas para el
Partido de los Trabajadores. Estos casos confirman que América Latina está en
un proceso de transición política hacia opciones más pragmáticas y alejadas de
las prácticas que caracterizaron a la izquierda radical en las últimas décadas.
El tiempo dirá si esta transformación se consolida o queda en mera esperanza.
Por: Econ. Luis Cedillo-Chalaco, MSc.
Al fin, América Latina parece despertar y cambiar su rumbo hacia la libertad y desarrollo económico, luego de ser ultrajada por gobiernos que se hacen llamar "socialistas", pero que de social e igualdad solo se conoce la pobreza.
ResponderBorrarDespertó Ecuador por fin
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