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jueves, 26 de diciembre de 2024

El mito del buen salvaje


Por John Campuzano

Leer a Carlos Rangel, ayuda a nuestro análisis sobre Ecuador y por qué no salimos del canibalismo político que detiene nuestras posibilidades de salir del subdesarrollo. Su obra cumbre “Del buen salvaje al buen revolucionario”, es un magistral estudio sobre los mitos que han alimentado las falsas narrativas latinoamericanas. Rangel desnuda la persistente inclinación de la región por buscar culpables externos y soluciones mesiánicas para sus problemas internos. Ecuador, con su historia marcada por crisis políticas recurrentes, encarna perfectamente este paradigma.

La idealización del “buen salvaje”, como figura mitificada que, según ciertas visiones de la ultra izquierda y del indigenismo Mariateguista de reciente data, nos vende la idea que antes se vivía en el Sumak Kausay y que los colonizadores destruyeron todo. Asimismo, denuncia el salto directo hacia el “buen revolucionario”, ese héroe izquierdoso que promete liberar a los pueblos de siglos de opresión española y yanqui. En el contexto ecuatoriano, estos argumentos son parte de los discursos políticos que, una y otra vez, prometen transformaciones radicales sin atender los problemas centrales del desarrollo: institucionalidad débil, educación de mala calidad e inestabilidad económica permanente. 

La persistencia de las crisis políticas en Ecuador refleja una fractura profunda entre la retórica y la acción. Seguimos echando la culpa al neoliberalismo, aun cuando gobiernan políticos de izquierda, de centro izquierda y populistas que son encarnizados defensores del gasto público. Las prácticas de improvisación, corrupción y debilitamiento institucional se mantienen y los políticos que ganan tienen miedo de ser mal vistos por la prensa y por los mal llamados movimientos sociales que casi siempre responden al status quo de no dejar hacer.

En Ecuador, resulta fundamental superar la mentalidad de víctima histórica del “imperio yanqui” y asumir una postura activa que fomente la construcción de instituciones democráticas fuertes. Con partidos políticos reales y no con empresas electoreras al servicio de Mesías que cada cuatro años nos obligan a votar por lo peor que se puede encontrar en el escenario nacional. Son peligrosos los simplismos de que solo con votar se logra cambiar al país, hay que castigar a los aventureros de la política y a los camisetazos que solo nos hacen perder años y recursos.

Deja tu comentario sobre si Carlos Rangel sigue vigente en la actualidad.

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