Dr.
Armando José Urdaneta Montiel
América
Latina ha presenciado un fenómeno político que merece una profunda reflexión:
el ascenso al poder de líderes populistas, colectivistas y oclocráticos de izquierda. Estos
líderes, en las últimas décadas, han asumido el papel de ser la encarnación de
la solución a los desafíos económicos y sociales de la sociedad, erosionando en
el proceso los pilares de la democracia y dando paso a la instauración de
regímenes autoritarios e incluso totalitarios. En este artículo, exploraremos
la intrincada relación entre el populismo, el totalitarismo y el concepto del
"complejo de Fourier," y cómo estas dinámicas han ejercido su
influencia en la región latinoamericana.
El
"complejo de Fourier," término acuñado en el contexto de Ludwig von
Mises, se refiere a la tendencia de algunas personas a externalizar la
responsabilidad por sus problemas y su situación socioeconómica, atribuyendo
estas dificultades a factores externos o estructurales en lugar de asumir la
responsabilidad personal por sus circunstancias de vida. En el caso de América
Latina, esta mentalidad ha desempeñado un papel crucial durante las últimas dos
décadas del siglo XX y las dos primeras del siglo XXI. En este período, una
parte significativa de la sociedad ha tendido a culpar al orden social existente
por sus condiciones de pobreza y desventaja, lo que ha generado un atractivo
hacia propuestas colectivistas y populistas.
Líderes
de izquierda y centroizquierda, en un enfoque maniqueo, han prometido
soluciones colectivistas con un alto grado de intervencionismo estatal en todos
los ámbitos económicos y sociales de la vida de los ciudadanos. Han presentado
estas propuestas como el único mecanismo para abordar los desafíos económicos,
como la pobreza, y los sociales, como la marginalidad. Argumentan que estos
problemas pueden resolverse mediante la redistribución del ingreso nacional.
Este
enfoque ha llevado a una polarización en la región, donde algunos ven al Estado
como el único proveedor de soluciones a sus problemas, mientras que otros
defienden la importancia de la responsabilidad individual y la iniciativa
privada en la búsqueda de soluciones para los desafíos económicos y sociales.
Por ello, La relación entre el "complejo de Fourier," el colectivismo
y el populismo es compleja y requiere un análisis crítico en el contexto
latinoamericano.
Este
análisis crítico debería centrarse en la promoción de las libertades
individuales y en la profundización del entendimiento de los principios del
individualismo metodológico en la sociedad. Según el análisis praxeológico,
este enfoque plantea que los fenómenos sociales y económicos se originan a
partir de las acciones y decisiones de las personas, influenciadas por sus
preferencias, incentivos y restricciones individuales. En este contexto, se
destaca que los factores sociales y económicos más amplios, como las
instituciones, las estructuras sociales y las normas, emergen como resultado de
las interacciones individuales.
A
diferencia del colectivismo metodológico, quien equivocadamente centra su
análisis de fenómenos económicos y sociales desde una perspectiva colectiva o
grupal en lugar de enfocarse en el comportamiento individual. A menudo se
asocia con enfoques teóricos como el estructuralismo y el marxismo, que
resaltan la importancia de las estructuras sociales y económicas en la
conformación de la sociedad y la economía. En el contexto del populismo, este
enfoque puede ser utilizado para justificar políticas de redistribución de
riqueza y regulación estatal, en la creencia de que estas medidas resolverán los
problemas colectivos.
Sin
embargo, cuando los líderes populistas asumen el poder, a menudo comienzan a
acumular poder en manos del ejecutivo, controlar los medios de comunicación,
reprimir a la oposición política y manipular procesos electorales. Aquí es
precisamente donde el populismo se desliza peligrosamente hacia el
totalitarismo. En países como Argentina, Bolivia Ecuador y Venezuela, líderes
carismáticos que prometieron reformas y un cambio en beneficio de las masas
terminaron socavando las instituciones democráticas y estableciendo regímenes
autoritarios.
El
camino que va desde el populismo hasta el totalitarismo plantea un serio riesgo
para la democracia en América Latina. La debilitación de las instituciones
democráticas y la falta de controles efectivos sobre el poder ejecutivo pueden
minar la rendición de cuentas y la protección de los derechos individuales.
Aquí,
es importante destacar que los ciudadanos atrapados en el "complejo de
Fourier" tienden a atribuir su situación social y económica a la
organización de la sociedad. Esto los lleva a respaldar repetidamente a líderes
populistas y totalitarios, sin percatarse de que, a medida que estos acumulan
más poder, los ciudadanos se vuelven cada vez más vulnerables y dependientes de
políticas fiscales asistencialistas del Estado, lo que los aboca a una pobreza
persistente.
El
autoengaño derivado de las promesas políticas cargadas de soluciones colectivas
para un futuro mejor, proclamadas con estridencia por estos líderes populistas,
rara vez se materializa. En cambio, se manifiestan a largo plazo en forma de
restricciones a las libertades individuales y la erosión del marco
institucional democrático. Es vital comprender las implicaciones a mediano y
largo plazo de estas políticas oclocráticas, ya que pueden tener un impacto
perjudicial en la democracia y la calidad de vida de los ciudadanos.
Por
ello, es esencial para América Latina y para cualquier sociedad que enfrente
este desafío, encontrar un equilibrio entre la necesidad de abordar las desigualdades
y los problemas económicos y sociales, y la protección de los principios
democráticos y los derechos individuales. El populismo puede ofrecer soluciones
atractivas en el corto plazo, pero debemos recordar las lecciones del pasado y
estar atentos a cualquier signo de erosión de nuestras instituciones
democráticas. El desafío radica en encontrar un camino que respete la
diversidad de voces y perspectivas, sin sacrificar la libertad y la democracia
en el proceso.
La oclocracia es
una forma degenerada de democracia, en la que el poder es ejercido por la muchedumbre
o la masa, de manera emocional, desorganizada y manipulable, en lugar de por
ciudadanos informados y responsables.