Ideas anti zurdos, un espacio para defender la libertad.

viernes, 13 de junio de 2025

Inmigración descontrolada y deterioro económico: la lección de Estados Unidos

 


Dr. John Campuzano Vásquez.

En las últimas dos décadas, Estados Unidos ha experimentado uno de los fenómenos más complejos y desafiantes en términos económicos y sociales: el crecimiento sostenido de la inmigración no calificada, muchas veces ilegal, que ha venido a tensionar su mercado laboral, el gasto público, la seguridad ciudadana y la cohesión institucional.

Los datos del Pew Research Center muestran que desde el año 2000, la población inmigrante en EE.UU. ha crecido en más de 25 millones de personas, de las cuales una proporción significativa ha ingresado sin calificaciones laborales mínimas o sin estatus migratorio legal. Esto ha coincidido con un creciente deterioro en áreas fronterizas, el colapso de servicios públicos locales y el resurgimiento de problemas sociales que ya se consideraban superados.

Impacto económico real: entre la ilusión y la carga fiscal

Desde ciertos discursos progresistas se insiste en que “toda inmigración es buena”, pero la realidad es más compleja. Mientras los migrantes calificados contribuyen a la innovación, al crecimiento de industrias clave (como la tecnología o la medicina), los no calificados tienden a insertarse en sectores informales, compitiendo con trabajadores locales por empleos de baja remuneración y generando presiones salariales a la baja.

Un estudio del economista George Borjas de Harvard University ha documentado cómo la inmigración no calificada ha reducido los salarios de los estadounidenses con bajo nivel educativo en aproximadamente un 3% en promedio. Además, muchos de estos trabajadores acceden a programas de asistencia social —educación, salud, subsidios de vivienda— generando una carga fiscal creciente, especialmente en estados como California, Texas y Nueva York.

Inseguridad y descomposición social: el caso de las pandillas

Más allá de lo económico, se ha dado un deterioro evidente en la seguridad. Organizaciones criminales como la Mara Salvatrucha (MS-13) se han afianzado en ciudades norteamericanas gracias a flujos migratorios no regulados. Grupos con raíces en Centroamérica, a menudo formados por individuos que ingresaron ilegalmente durante oleadas masivas, han convertido barrios enteros en zonas de alto riesgo, afectando a las comunidades hispanas legales que buscan vivir en paz y prosperar.

Nueva York, Los Ángeles y Houston son ejemplos de ciudades que han debido reforzar sus presupuestos de seguridad por el avance de estas pandillas. El resultado ha sido una mayor presencia policial, la estigmatización de ciertos barrios y un desgaste institucional que se traduce en menos recursos para educación o infraestructura.

La respuesta liberal: fronteras ordenadas y mercado funcional

Desde una perspectiva liberal, no se trata de rechazar la inmigración, sino de ordenarla y vincularla al mérito y al mercado. Es decir, abrir las puertas a quienes pueden aportar a la economía, respetar la ley y adaptarse a las reglas del juego institucional. Esto significa:

  1. Reforma migratoria basada en puntos, como el modelo australiano o canadiense, donde se evalúa idioma, estudios, experiencia laboral y adaptabilidad.

  2. Cierre de fronteras ilegales: sin soberanía fronteriza no puede haber política migratoria. Esto no es xenofobia, es lógica estatal.

  3. Desincentivo de subsidios a ilegales: si no hay beneficio para cruzar sin documentos, el flujo disminuirá.

  4. Promoción del empleo productivo y formalización, evitando que los migrantes ilegales sean explotados por empleadores sin escrúpulos que distorsionan el mercado laboral.

El objetivo no es castigar al migrante, sino proteger a los ciudadanos y al Estado de bienestar que los contribuyentes han sostenido durante décadas. Abrir las fronteras sin control es tan irresponsable como dejar que cualquiera use tu tarjeta de crédito sin tu consentimiento.

¿Sabías que algunas ciudades estadounidenses gastan más en servicios a migrantes ilegales que en seguridad pública?

¿Te interesa saber cómo un enfoque liberal puede frenar el deterioro económico y social causado por una inmigración mal gestionada?

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miércoles, 11 de junio de 2025

Superávit fiscal, estabilidad monetaria y déficit comercial

 


Por: Dr. Armando José Urdaneta Montiel

En un mundo de volatilidad financiera, con expectativas frágiles y choques externos frecuentes, los países emergentes enfrentan un dilema estratégico: ¿cómo mantener el equilibrio macroeconómico sin caer en trampas autoimpuestas?

Una situación que ilustra este dilema es aquella en la que un país exhibe superávit fiscal, controla la oferta monetaria (M2) y, al mismo tiempo, presenta un déficit en su balanza comercial, todo esto bajo un régimen de tipo de cambio flexible con bandas cambiarias. Tradicionalmente, esta última condición —el déficit comercial— se ha visto como una señal de alerta. Pero, ¿lo es realmente?

El régimen de tipo de cambio flexible con bandas: equilibrio con flexibilidad

Este régimen permite que la moneda fluctúe libremente dentro de márgenes preestablecidos. Solo cuando se amenaza con romper estos límites, el banco central interviene. Se combina así la disciplina del mercado con una red de contención. La principal ventaja: funciona como una válvula de escape automática frente a desequilibrios externos, evitando intervenciones frecuentes.

A diferencia de un régimen fijo —que exige acumular reservas para defender la paridad—, en este sistema las reservas son un recurso de uso contingente, no estructural.

Superávit fiscal y estabilidad monetaria: las anclas del sistema

Un gobierno con superávit fiscal reduce la presión sobre la demanda agregada, modera las importaciones y evita depender del financiamiento externo. Si, al mismo tiempo, la oferta monetaria se mantiene constante, se limitan los riesgos inflacionarios y se evita una depreciación desordenada.

Estos dos pilares —disciplina fiscal y estabilidad monetaria— fortalecen la credibilidad del régimen cambiario y reducen la necesidad de intervención del banco central. La estabilidad, entonces, no se impone: se construye.

¿Y el déficit comercial? ¿Es motivo de alarma?

No necesariamente. En regímenes con bandas, una depreciación dentro del margen permitido puede corregir desequilibrios externos sin intervención directa. Además, no todo déficit es sinónimo de debilidad. En economías en crecimiento, el aumento de importaciones puede reflejar inversión en maquinaria, tecnología o bienes intermedios: insumos para la expansión productiva.

La clave es que este déficit no esté acompañado de desequilibrio fiscal ni monetario. Si esos fundamentos permanecen sólidos, el sistema puede tolerar un déficit comercial sin desestabilizarse.

El peligro de acumular reservas innecesariamente

Comprar divisas para acumular reservas implica inyectar moneda local. Si no se esteriliza esta operación, se rompe el equilibrio monetario. Y si se decide esterilizar, se incurre en costos cuasifiscales —como el pago de intereses por instrumentos de deuda del banco central— que pueden afectar la sostenibilidad de la política fiscal.

Peor aún, acumular reservas sin justificación puede ser leído por el mercado como una señal de desconfianza en el régimen cambiario. Lejos de fortalecer la credibilidad, podría sembrar dudas sobre la verdadera autonomía del banco central.

Confianza, no acumulación

La enseñanza es clara: la fortaleza de un régimen flexible con bandas no está en el volumen de reservas, sino en la calidad de sus fundamentos. La combinación de responsabilidad fiscal y control monetario genera un entorno donde el tipo de cambio puede cumplir su función sin interferencias innecesarias.

Acumular reservas solo debe hacerse cuando hay vulnerabilidades estructurales claras. En caso contrario, lo más prudente es confiar en el propio sistema, dejar que las bandas operen, y concentrarse en mantener la coherencia entre la política fiscal y monetaria.

 Reflexión final

La economía no siempre premia al más prevenido, sino al más coherente. En tiempos de incertidumbre, la confianza se gana con disciplina, no con acumulación. La paradoja del equilibrio no está en hacer más, sino en hacer lo correcto, en el momento justo.

¿Te interesan estos temas?
💬 Comenta, comparte o escríbenos tu opinión sobre cómo debe actuar la política cambiaria en tu país.

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domingo, 8 de junio de 2025

Starlink y la Ley de Wright

 Cómo la economía de escala derriba costos satelitales 🌍🚀

En el mundo de la economía aplicada a la tecnología, la Ley de Wright —también conocida como "curva de experiencia"— señala que cada vez que la producción acumulada de un producto se duplica, su costo unitario baja entre un 20 % y 30 %. A nivel práctico, esto significa que a medida que se fabrican más unidades, el conocimiento y la eficiencia se acumulan, y los procesos se optimizan, generando economías de escala importantes

¿Cómo aplica esto en la órbita?

Según un análisis de ARK Invest y SpaceX, el costo del ancho de banda satelital por gigabit por segundo en órbita ha disminuido un 45 % por cada duplicación acumulada. Para ilustrar esta tendencia, observemos un recorrido histórico:

  • En 2004, el costo era de aproximadamente $300 millones por Gbps.
  • En 2023, ya se situaba en unos $40.000/Gbps, una caída de 7.500 veces.
  • Y se proyecta que, gracias al lanzamiento de Starship y satélites Starlink V3, en 2028 podría llegar a tan solo $1.000/Gbps, lo que representa otra caída de 40 veces.

Ejemplo práctico: costos por usuario

Una conexión de 1 Gbps desde el espacio puede servir a aproximadamente 200 usuarios. Con un costo proyectado de $1.000/Gbps, el costo por usuario sería apenas $5, una cifra simbólica para financiar la inversión en infraestructura.

¿Por qué es relevante para nosotros?

Reducción de precios para el consumidor. Hoy en día, un kit Starlink residencial cuesta alrededor de $400, con una suscripción mensual de $50 por datos ilimitados. Si el trabajador promedio —por ejemplo, un trabajador "blue-collar" en EE. UU.— gana $37 por hora, esos $50 representan solo 1.35 horas de trabajo, o poco más de 2.7 minutos diarios. ¿Qué tal si haces un análisis similar en Ecuador? Este costo sigue siendo muy accesible en comparación con lo que antes costaban conexiones remotas o satelitales convencionales.

Crecimiento exponencial de usuarios. En diciembre de 2022, Starlink contaba con 1 millón de suscriptores, y para septiembre de 2024 esa cifra se había cuadriplicado a 4 millones, lo que implica una tasa de crecimiento anual del 100 %. A ese ritmo, en solo 14 años, todo el planeta podría estar usando Starlink. Por supuesto, ése es un ejercicio teórico, pero nos da una idea del impacto de la curva de aprendizaje.

Competencia e innovación.Si los costos por gigabit siguen cayendo gracias a innovaciones como Starship y la red de satélites V3, las empresas tradicionales—como las que usan enlaces terrestres de fibra óptica—se van a enfrentar a una presión a la baja en precios. Además, surgirán nuevas aplicaciones tecnológicas: IoT en zonas rurales, telemedicina en comunidades remotas, educación en línea en lugares sin internet convencional, y servicios de emergencia dependientes de conectividad confiable.

¿El terror de los zurdos?

Cuáles serían las consecuencias en el acceso a la información y en la manipulación de la verdad:

Democratización del acceso a la información

Consecuencia positiva principal:
Si internet satelital se vuelve masivo y barato, incluso las zonas más remotas de países como Ecuador accederán a la misma información que una persona en Nueva York, Berlín o Tokio.

Implicaciones:

·         Se reduce la brecha digital educativa: estudiantes rurales podrán consultar bases de datos, participar en cursos online y leer noticias diversas.

·         Mejora el control ciudadano: una ciudadanía informada accede a portales de transparencia, participa en redes de denuncia y exige más rendición de cuentas.

·         Facilita el acceso a fuentes primarias: ya no solo se consume la narrativa local (muchas veces sesgada), sino que se puede contrastar con fuentes extranjeras, académicas y especializadas.

Descentralización del discurso y pluralidad ideológica

Antes, los medios tradicionales (en algunos casos cooptados por partidos o gobiernos) filtraban la información. Hoy, con acceso libre, emergen nuevos actores:

  • ·         Periodistas independientes
  • ·         Investigadores ciudadanos
  • ·         YouTubers e influencers políticos
  • ·         Think tanks, blogs y foros especializados

Esto permite romper el cerco mediático que muchas veces protege narrativas populistas o autoritarias. El ciudadano ya no solo recibe el “discurso oficial”, sino que lo puede comparar con visiones liberales, conservadoras, libertarias o tecnocráticas.

Otras explicaciones a favor del libre mercado:

  • El valor del mercado: una tecnología que baja su precio significativamente, sin subsidios estatales, a través de inversión privada, escala y aprendizaje inversor, es un ejemplo claro de cómo el mercado puede aportar soluciones eficaces y eficientes.
  • La innovación disruptiva: Starlink rompe barreras y crea servicios donde otros no llegaban. No se trata de levantar aranceles ni de depender de regulaciones para proteger empresas locales; se basa en eficiencia y competencia.
  • El beneficio real para el usuario: al reducir tiempo y costo real para conectarse, mejora la productividad y calidad de vida, especialmente en sectores productivos o rurales.
  • La evidencia empírica: no son buenas intenciones o ideales utópicos; son números, curvas de costo y resultados concretos, respaldados por datos objetivos.

Ideas para debate y reflexión

  • ¿Deberían los gobiernos incentivar la llegada de servicios como Starlink? Aunque parezca contradictorio para quienes defienden el libre mercado, hay casos en que la infraestructura pública puede complementarse con inversión privada para zonas de difícil acceso.
  • ¿La reducción de costos vía competencia e innovación es sostenible sin intervención estatal? Esta dinámica cuestiona el modelo intervencionista tradicional, pero también obliga a reflexionar sobre posibles fallas de mercado, exclusión digital y necesidad de regulación básica.
  • ¿Es sostenible el crecimiento al 100 % anual? Deberíamos analizar factores como saturación regional, barreras logísticas, monopolios por ejemplo en los derechos de frecuencia, y cómo afectaría eso a una adopción universal.

Starlink es un ejemplo tangible de cómo una empresa privada puede aprovechar la Ley de Wright y la curva de experiencia para reducir costos de forma extraordinaria y ofrecer servicios de conectividad global. Para quienes defendemos el poder del mercado, la propiedad privada y la competencia, este caso muestra resultados prácticos: internet más rápido, acceso inclusivo y precios accesibles —sin esperar a que un estado paternalista lo provea. Como universitarios interesados en economía, merecemos estudiar con atención estos casos para entender cómo argumentos basados en datos y eficiencia superan discursos sin respaldo cuantitativo.

💭 ¿Te quedaste pensando?

Entonces este blog es para ti. Aquí analizamos sin filtros ni censura temas de economía, política, innovación y libertad. Reflexiona con nosotros:

  • ¿Por qué los gobiernos temen el libre acceso a internet sin filtros estatales?
  • ¿Qué sucede cuando la tecnología supera a la regulación estatal?
  • ¿Puede la conectividad masiva acabar con los discursos populistas?
  • ¿Quién tiene miedo de que tú tengas acceso a toda la información?
  • ¿Sabes cuánto pagas realmente por tu ignorancia digital?
  • ¿Te gustaría entender cómo las leyes económicas explican fenómenos tecnológicos como Starlink?
  • ¿Crees que la libertad digital es solo una moda o una verdadera revolución cultural?
  • ¿Hasta cuándo vamos a dejar que nos vendan verdades únicas desde una sola narrativa?
  • ¿Qué impacto tendría una internet barata en la educación de comunidades rurales?
  • ¿Sabías que muchas veces el “costo alto” de los servicios se debe a trabas estatales y no al mercado?

👉 Síguenos y comparte para romper juntos los mitos del colectivismo.

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jueves, 5 de junio de 2025

Texas y la nueva revolución educativa: la libertad escolar y el viejo modelo estatal

 

Durante décadas, el modelo educativo tradicional ha sido uno de los bastiones favoritos de la izquierda: centralizado, rígido y controlado por burócratas y sindicatos. A través de un discurso plagado de palabras como “igualdad”, “equidad” y “garantías”, han impuesto sistemas educativos donde el Estado decide dónde y cómo estudian los niños, ignorando por completo las particularidades de cada estudiante, sus talentos, contextos familiares o aspiraciones personales.

Pero el mundo ha cambiado. Y mientras América Latina sigue atrapada en modelos educativos diseñados para un siglo ya lejano, en Estados Unidos –específicamente en Texas– se está gestando una auténtica revolución silenciosa: la libertad de enseñanza.

El gobernador Greg Abbott ha declarado la elección escolar como prioridad para su gobierno. Con una propuesta de Cuentas de Ahorro para la Educación (ESA, por sus siglas en inglés), busca que el dinero destinado a la educación pública siga al estudiante, no a la institución. Es decir, que cada familia decida cómo y dónde educar a sus hijos, utilizando esos recursos para pagar escuelas privadas, microescuelas, educación en casa, tutores o programas especializados.

¿Te suena esto a algo escandaloso? Para los defensores del monopolio estatal sí lo es. Pero para millones de familias, representa la verdadera justicia educativa: la posibilidad de elegir lo mejor para sus hijos sin estar limitados por su código postal o por decisiones de burócratas que no conocen sus vidas.

Educación tradicional vs educación centrada en el estudiante

La educación tradicional asigna a los niños a una escuela según su dirección. No importa si esa escuela tiene malos resultados, malos docentes, deficiente infraestructura, si el niño es víctima de bullying o si necesita un entorno pedagógico diferente. El sistema lo encierra, y los padres no tienen otra opción que resignarse… a menos que tengan el dinero para pagar una educación privada.

Ese modelo fue pensado a finales del siglo XIX, cuando el transporte era limitado, y las ciudades, más homogéneas. Hoy, con la tecnología, la conectividad y la diversidad social, mantener ese esquema es no solo arcaico, sino profundamente injusto.

Por el contrario, el enfoque liberal en educación parte de un principio claro: cada niño es diferente y necesita caminos distintos para aprender. Y por eso deben existir múltiples opciones, todas con acceso a los recursos del sistema educativo.

Modalidades que están rompiendo el molde

La libertad de enseñanza ha abierto paso a diversas formas educativas que antes eran imposibles para la mayoría:

  1. Microescuelas:
    Son grupos pequeños de estudiantes, organizados muchas veces por exdocentes que abandonaron el sistema público por la falta de autonomía. En vez de agrupar por edad, lo hacen por nivel de capacidad. Esto permite personalizar el ritmo de aprendizaje y fomentar el pensamiento crítico.

  2. Escuelas híbridas:
    Combinan lo mejor de la educación presencial y la virtual. Los estudiantes asisten algunos días a clases y el resto aprenden desde casa con apoyo tecnológico. Flexibilizan tiempos y metodologías sin sacrificar el contenido.

  3. Educación en casa con recursos compartidos (homeschooling colaborativo):
    Familias que se agrupan para compartir tutores, laboratorios y salidas pedagógicas, creando una comunidad educativa fuera del control estatal, pero con alto compromiso formativo.

  4. Plataformas educativas adaptativas:
    Con inteligencia artificial y algoritmos, los estudiantes reciben contenidos que se ajustan a su ritmo y estilo de aprendizaje, algo impensado en una escuela tradicional con 40 alumnos por aula y una planificación estandarizada.

Estas modalidades están siendo adoptadas con éxito en lugares como Florida y Arizona, y ahora también en Tennessee. Los resultados muestran más satisfacción estudiantil, mejores puntajes académicos y mayor empoderamiento docente.

¿Por qué la izquierda odia este modelo?

Porque la elección escolar debilita su poder. Ya no pueden usar el sistema educativo como canal de adoctrinamiento ideológico ni como refugio de burocracias ineficientes. Cuando los padres pueden elegir, las escuelas deben competir, mejorar su calidad y rendir cuentas. Y eso aterra a quienes han vivido por décadas del presupuesto estatal sin ofrecer resultados.

Además, la narrativa de que “solo el Estado puede garantizar derechos” se derrumba cuando familias pobres tienen opciones reales y profesores encuentran libertad para innovar. La libertad educativa no es un privilegio, es una necesidad para romper el círculo de mediocridad al que han condenado a generaciones enteras.

Conclusión

Texas está demostrando que se puede romper el molde. Y aunque esta revolución apenas comienza, su impacto ya se siente: más autonomía, más calidad, más justicia. El viejo sistema burocrático está en crisis, y no por falta de recursos, sino por falta de libertad.

La educación del futuro no se impone desde arriba; se construye desde abajo, desde cada familia, cada docente y cada estudiante. La acción liberal, basada en la elección y la responsabilidad, tiene el poder de cambiar vidas. Y no hay nada más revolucionario que eso.

¿Por qué seguir Ideas Antizurdos?

  • ¿Estás cansado de que el Estado decida cómo deben educarse tus hijos sin preguntarte nada?
  • ¿Crees que la educación debería adaptarse a las necesidades del estudiante, y no al revés?
  • ¿Te atreves a cuestionar las falsas promesas del igualitarismo educativo?
  • ¿Quieres conocer modelos de libertad educativa que sí funcionan?
  • ¿Estás dispuesto a defender la libertad de pensamiento, también en las aulas?
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lunes, 2 de junio de 2025

El individualismo verdadero y el orden espontáneo: Hayek contra la ilusión colectivista


En la era de las redes sociales, donde muchos jóvenes se ven tentados por las ideas colectivistas que prometen igualdad mediante la imposición estatal, es urgente volver a las raíces del pensamiento liberal que defiende la libertad individual como pilar del progreso. Friedrich August von Hayek, premio Nobel de Economía y una de las figuras más influyentes del siglo XX, desarrolló conceptos fundamentales que hoy más que nunca debemos rescatar: el individualismo verdadero y el orden espontáneo.

¿Qué es el individualismo verdadero según Hayek?

Contrario a lo que repiten algunos críticos superficiales, el individualismo de Hayek no promueve el egoísmo ni el aislamiento. Se trata de reconocer que cada ser humano es portador de un conocimiento único, de fines propios y de la capacidad para tomar decisiones sobre su vida. El individualismo falso, al que Hayek también critica, es el que reduce al ser humano a un ente racional abstracto, como lo hacía Rousseau o algunos autores socialistas utópicos, pensando que pueden moldearlo desde arriba mediante planificación.

En cambio, el individualismo verdadero entiende que nadie, ni siquiera el más sabio de los planificadores, posee toda la información necesaria para dirigir la vida de los demás. La libertad, entonces, no es un lujo burgués, sino una necesidad funcional para que las personas puedan descubrir lo que es mejor para ellas mismas.

El orden espontáneo: cuando la libertad crea armonía

Una de las contribuciones más brillantes de Hayek es su explicación del orden espontáneo. Este concepto sostiene que muchas instituciones que sostienen nuestras sociedades –el lenguaje, el dinero, el mercado, el derecho consuetudinario– no fueron diseñadas por nadie, sino que surgieron como resultado de miles de interacciones entre individuos libres. Es un orden que no es producto del diseño, sino de la acción humana no intencionada.

Un ejemplo muy práctico: imagina el tráfico en una gran ciudad sin semáforos, pero con millones de personas conduciendo según ciertas reglas no escritas: ceder el paso, evitar choques, respetar el flujo. Aunque parezca caótico, estudios han demostrado que en muchos contextos, cuando se quitan los semáforos y se permite que las personas se autorregulen, el tránsito fluye incluso mejor. No hay un “director de orquesta”, pero el resultado es armonioso.

Del mismo modo, en el mercado, cada persona persigue su propio beneficio, pero al hacerlo –cuando existe respeto a la propiedad privada y al marco legal básico– termina beneficiando a otros. Como lo decía Adam Smith en La riqueza de las naciones, es como si una “mano invisible” guiara todo el sistema hacia el bienestar general.

La epistemología del individualismo y el orden espontáneo

Desde una perspectiva epistemológica, Hayek sostiene que el conocimiento está disperso entre los individuos y que ninguna autoridad central puede poseer toda la información necesaria para tomar decisiones eficientes para toda la sociedad. Esta visión se fundamenta en el concepto de individualismo metodológico, que postula que todos los fenómenos sociales deben explicarse a partir de las acciones y decisiones de los individuos.

El profesor Alí Javier Suárez Brito, en su obra Friedrich Hayek: Individualismo y Orden Espontáneo, profundiza en esta idea al señalar que el individualismo hayekiano no es solo un método, sino una teoría social que explica cómo los individuos, en la búsqueda consciente de sus propios fines, cooperan de forma extensa y no consciente en un orden no creado deliberadamente, produciendo resultados que nadie está en capacidad de prever .

El error de los colectivistas

La izquierda colectivista, en su afán de igualdad, cree que puede “ordenar” la economía y la sociedad desde el Estado. Pero ese deseo de control lo que genera es rigidez, escasez y pérdida de libertad. La historia lo ha demostrado con creces: la Unión Soviética planificaba cuántos zapatos producir cada año… y millones de personas terminaban descalzas o con tallas que no necesitaban. En cambio, en un sistema de libre mercado, los consumidores deciden con sus elecciones diarias qué se produce y en qué cantidad.

Autores como Karl Popper y Milton Friedman también han defendido esta idea de libertad como fundamento del progreso. Popper, en La sociedad abierta y sus enemigos, advierte sobre el peligro de imponer visiones utópicas colectivas que terminan en tiranías. Friedman, por su parte, en Capitalismo y libertad, insiste en que solo el mercado libre puede garantizar una convivencia verdaderamente voluntaria y pacífica.

¿Por qué los jóvenes deben entender esto?

Porque el futuro está en sus manos. Si creen en las promesas vacías del colectivismo, terminarán viviendo en sociedades donde pensar diferente se castiga y donde el mérito es sustituido por la obediencia al partido o al Estado. Si, en cambio, comprenden el poder del orden espontáneo y del individualismo responsable, podrán construir comunidades más libres, creativas y prósperas.

Como dijo Hayek: “El motor de todo desarrollo humano es la libertad individual”. No renuncies a ella por el espejismo de una igualdad impuesta.

Libro sobre individualismo y orden espontáneo en Amazon - Alí Javier Suárez Brito 



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jueves, 29 de mayo de 2025

El fraude del populismo fiscal: ¿Subir el IVA para ayudar a los pobres?

 


En América Latina, el populismo no solo ha deformado el discurso político, también ha contaminado la política fiscal. Una de las mayores falacias difundidas por los sectores de izquierda es que subir impuestos como el IVA es una forma de "solidaridad" y de "redistribuir la riqueza". La realidad es otra: se trata de un mecanismo regresivo, manipulador y funcional al clientelismo estatal que tanto daño ha hecho a nuestras economías.

El engaño de los impuestos para los pobres

Los gobiernos populistas, con el puño en alto y el discurso moralista, suelen justificar la subida del IVA argumentando que es necesario para financiar programas sociales, salud, educación y subsidios. Sin embargo, el IVA (Impuesto al Valor Agregado) es un impuesto indirecto y regresivo: es decir, lo pagan más los que menos tienen, porque no distingue entre ricos y pobres.

Cuando un ciudadano humilde compra arroz, aceite o papel higiénico, paga el mismo porcentaje de IVA que un millonario comprando un perfume de lujo. Así, los sectores populares terminan financiando un aparato estatal ineficiente, inflado y, muchas veces, corrupto.

¿Y el gasto público de calidad? Un mito populista

Los defensores del populismo económico aseguran que, si el gasto público es de “calidad”, los impuestos sí pueden redistribuir. El problema es que en América Latina esa “calidad” es casi una utopía. Veamos algunos ejemplos:

  • Perú aplica un IVA del 18%, uno de los más altos de la región. A pesar de eso, la informalidad laboral supera el 70% y gran parte del gasto público termina en burocracia central o regional. Se prometen mejoras en salud y educación, pero los hospitales dicen otra cosa y el sistema educativo sigue careciendo de infraestructura básica.

  • Colombia, por su parte, tiene un IVA del 19%. En los últimos años, cada intento de reforma tributaria para aumentar aún más la carga fiscal ha desatado fuertes protestas sociales. La razón es clara: los ciudadanos perciben que pagan mucho y reciben poco. Además, el gasto sigue concentrado en clientelas políticas y programas poco eficientes.

  • Argentina, con un IVA del 21%, justificó hasta antes de la llegada del presidente Milei sus altos impuestos en nombre de la justicia social. Sin embargo, el resultado fue un Estado inflado e ineficaz: escuelas públicas de mala calidad, hospitales usados para el clientelismo fronterirzo y planes sociales que crean dependencia, no desarrollo.

  • Brasil tiene un sistema tributario complejo, pero el IVA (conocido como ICMS o IPI, según el caso) ronda el 17% promedio. Pese a la altísima carga fiscal, el país enfrenta servicios públicos deficientes, altos niveles de corrupción y gasto público descontrolado que no se traduce en calidad de vida para los más pobres.

  • Ecuador, en su crisis de 2019, intentó subir el precio de los combustibles y defendió la necesidad de aumentar la recaudación, ahora tiene un IVA de 15% justificado para la aumentar la seguridad ciudadana. Sin embargo, gran parte del gasto público seguía yendo a salarios del sector público, viajes oficiales y subsidios mal focalizados

El populismo necesita recursos: ¿Quién paga la fiesta?

El populismo político, para sostenerse, necesita clientelas. Y para mantener esas clientelas, necesita gastar. Como no puede producir riqueza, recurre a exprimir al sector privado, al emprendimiento y al consumo con más impuestos. El aumento del IVA es una de las formas más cómodas: es fácil de recaudar y produce mucho dinero… pero destruye poder adquisitivo, ahuyenta la inversión y castiga al trabajador honesto.

El problema de fondo no es cuánto recauda el Estado, sino cómo y en qué gasta. Si el gobierno fuera una empresa, estaría quebrada hace años. Pero gracias al populismo, se sigue sosteniendo a costa del esfuerzo del ciudadano común, mientras los verdaderos privilegiados del sistema (burócratas, operadores políticos, consultores ideológicos) viven del erario.

El discurso moralista que esconde la verdad

Muchos caen en la trampa de pensar que rechazar impuestos altos es ser “insensible” o “antipobre”. Nada más lejos de la verdad. Quienes defendemos una economía libre y responsable sabemos que:

  • Menores impuestos permiten mayor actividad económica y más dinero en el bolsillo de las personas.

  • Más empleo significa menos necesidad de subsidios.

  • Menos burocracia significa más eficiencia.

No se trata de abandonar al pobre, sino de dejar de usarlo como excusa para robar, mentir y sostener sistemas fracasados.

Finalmente: menos populismo fiscal, más libertad

Subir el IVA no es progresista, es cobarde. Es hacerle pagar al panadero, al obrero y al vendedor informal la cuenta de un Estado ineficiente. La solución no está en más impuestos, sino en menos gasto inútil, más transparencia y más libertad económica. Ya es hora de despertar del engaño populista.

¿Te has preguntado…?

  • ¿Por qué si suben los impuestos no mejora tu escuela ni tu hospital?

  • ¿Quién se beneficia realmente del gasto público?

  • ¿El populismo fiscal te empodera o te empobrece?

Comenta y comparte esta entrada si estás cansado de pagar más para que otros vivan del Estado. ¡Difunde ideas, no excusas!


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domingo, 25 de mayo de 2025

Crítica a la Economía Popular y Solidaria (EPS) desde la Praxeología de Ludwig von Mises

 


Dr. Armando José Urdaneta Montiel

¿Es viable la Economía Popular y Solidaria (EPS)?

En el contexto actual, el supuesto modelo de Economía Popular y Solidaria (EPS) que tanto se vende en Ecuador, este se presenta como una respuesta institucional frente a la exclusión social, de dice que promueve la cooperación y la redistribución mediante el impulso estatal a cooperativas y asociaciones. Sin embargo, desde la óptica praxeológica de Ludwig von Mises y su individualismo metodológico, esta concepción presenta serias contradicciones que deben ser analizadas críticamente.

El supuesto que subyace en la EPS es que los colectivos —cooperativas, asociaciones, comunidades— actúan como agentes racionales y homogéneos en pos del “bien común”. Este planteamiento se enmarca dentro del colectivismo metodológico, que atribuye voluntad y racionalidad a entidades supraindividuales. No obstante, Mises advierte que solo los individuos actúan; toda acción económica es resultado de decisiones personales orientadas a fines específicos. Por tanto, concebir a las cooperativas como unidades monolíticas ignora la diversidad de intereses que coexisten en su interior.

El cooperativismo, como forma organizativa, no excluye los conflictos. Al contrario, agrupa personas con objetivos particulares que pueden entrar en tensión. La narrativa oficial de la EPS invisibiliza estas fricciones, presentando una imagen idealizada de solidaridad y consenso, una entelequia de producción. Sin embargo, los incentivos individuales dentro de las cooperativas siguen operando, incluso en entornos fuertemente subsidiados.

Además, el modelo EPS, sostenido por políticas públicas que otorgan subsidios, exoneraciones y asistencia técnica, altera la lógica de mercado. Tales incentivos no solo desvirtúan la señalización de precios y la competencia, sino que generan comportamientos rentistas y dependencia estatal. Lejos de empoderar, estas medidas perpetúan estructuras que frenan la innovación y debilitan la capacidad de los socios para asumir riesgos y actuar con autonomía.

Un ejemplo concreto de estas distorsiones se observa en cooperativas agrícolas en Ecuador, como las asociaciones de productores de banano de pequeños agricultores en provincias como El Oro o Los Ríos. Muchas de estas organizaciones, al depender de compras estatales mediante convenios con empresas públicas o programas sociales, pierden capacidad de competir en mercados internacionales. El resultado es un producto con bajo valor agregado, escasa innovación y altos niveles de ineficiencia productiva. En vez de insertarse en cadenas de valor globales, estas cooperativas quedan atrapadas en relaciones clientelares de precio y cupo.

Otro caso es el de las cooperativas de ahorro y crédito que han sido creadas por impulso estatal y con supervisión relajada. Al operar con fondos públicos y sin una estructura de gobernanza sólida, muchas han terminado en procesos de intervención, como ocurrió con varias cooperativas en la Sierra Centro del Ecuador. La ilusión de autosostenibilidad desaparece cuando los socios descubren que la rentabilidad no proviene de decisiones racionales de inversión, sino del constante flujo de recursos públicos.

Más aún, cuando la EPS se convierte en política pública central, su fracaso se profundiza: se crean estructuras burocráticas para su fomento (Superintendencia de Economía Popular y Solidaria), se condiciona el acceso al crédito a formas asociativas forzadas, y se obstaculiza la entrada de emprendimientos individuales que podrían responder con mayor flexibilidad a la demanda del mercado. En países donde se ha institucionalizado la EPS como paradigma económico —como Venezuela durante el auge del “socialismo del siglo XXI”— se ha evidenciado una rápida degradación del aparato productivo, una pérdida de eficiencia y un desincentivo al esfuerzo individual.

Desde una perspectiva praxeológica, la verdadera cooperación económica emerge de decisiones libres y voluntarias en un entorno de precios libres y propiedad privada. Cuando el Estado interfiere, centralizando decisiones y promoviendo criterios políticos por encima de los económicos, impide que los actores respondan eficazmente a las señales del mercado.

En consecuencia, la EPS, al priorizar una solidaridad dirigida desde arriba y no construida desde la acción individual, termina por imponer un marco institucional que erosiona la libertad personal. El resultado es una economía menos dinámica, donde los agentes no responden a la lógica del intercambio voluntario, sino a directrices externas.

La praxeología nos recuerda que solo los individuos actúan, y que cualquier teoría que ignore esta verdad cae en el error. El desafío no está en negar la cooperación, sino en entender que esta debe surgir de la libertad individual, no de imposiciones colectivas legitimadas por el Estado.


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